martes, 7 de septiembre de 2010
Pequeño museo III
Que el tiempo es muy disimulado era una de las cosas que más repetía Don Ignacio a su hija. Que la vida depara muchas sorpresas, sin embargo, no tanto. Que llegara una gran superficie que le arruinase era cuestión de tiempo. Que un buen día se quemasen su casa y su taller fue toda una sorpresa. Que salvara en el último momento su pequeño museo de plantillas fue un acto de fe. Y lo que obró su hija Verónica, casi sin saberlo, fue un verdadero milagro.
Robó los zapatos de sus compañeros durante la sesión de gimnasia y los lanzó al árbol más grande del patio con intención de esconderlos. Aquel hecho conmovió de tal manera que todos se unieron en un gesto inolvidable. Fueron largas noches de trabajo y esperanza. Fue aquel árbol de extraños frutos un monumento al hombre. Y fue que su pequeño museo fue leyenda.
(Esto quedaba por ahí)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Quedó muy bien finalmente. Me acuerdo que yo hice una vez eso de los zapatos con los de todo un campamento... no tiene precio :)
ResponderEliminarHas vuelto!
ResponderEliminarMe alegro de leerte de nuevo!
...traigo
ResponderEliminarsangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
AFECTUOSAMENTE
EL CUENTISTADOR
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.
José
Ramón...
Hay un altar en Buenos Aires, mi ciudad, que está hecho con las zapatillas de los adolescentes que fallecieron en un trágico incendio durante un recital. Sus familiares y amigos, las colgaron de los cables que rodean el lugar.
ResponderEliminarTu relato me hizo acordar.
Muy lindo.
Saludos.
Los zapatos siempre han tenido un simbolismo mágico.
ResponderEliminarColgado por los zapatos. Eso lo he sentido.
ResponderEliminarSalud.
¿Has leído "Nocilla dream" de Agustín Fernández Mallo?
ResponderEliminar