sábado, 6 de febrero de 2010

Lo que trae la brisa


Una mañana me levanté sin recordar lo que había soñado y sin pensamiento alguno en la cabeza. Por supuesto, no me di cuenta inmediatamente, solo al cabo de unos minutos me vi asomado a la ventana sin ser ni padecer. Nada, algo fallaba. Miré fuera y nada. La calle estaba tranquila, como era costumbre cerca de las doce. Miré el cielo y nada. Hacía sol y calor y no corría un gramo de viento. No hice nada porque nada pensaba y allí quedé durante unos minutos.

Entonces algo me tocó la cara. Un clamor de olores me invadió la nariz. Fue tal el júbilo de mi sentido olfativo que una ciudad entera se dibujó entre la punta de mi nariz y el flequillo que me asomaba, y en uno de sus balcones en una de sus calles ella, Gianna Baldari, mi antigua compañera de casa y vida, que le suspiraba a la brisa algunos recuerdos.

Al verla se me escapó una gran sonrisa, y la brisa, que aún me rondaba, me la robó para llevársela a la persona que la causó.

2 comentarios:

  1. Hubieras perseguido a la brisa, pero bien atinan en decir que "el hubiera no existe". Gracias por pasearte por mi blog. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Hola Carlos, me han sorprendido varias de las cosas que he leído tuyas. El lenguaje en tus manos es una paleta llena de colores, unos los ves, otros los hueles y algunos llegas a escucharlos.

    Te conocí hace un montón de años, en la casa de "La Isla" tú tenías 14 años y tu hermana pisó sin querer y mató un gorrión que se había ido a vivir con vosotros... El tiempo pasa para bien y para mal.

    He accedido a tu perfil de facebook a través de Raquel (Nochedetokio) y por ahí a tus blogs.

    La calle de la foto me suena muchísimo pero ahora mismo no soy capaz de ubicarla.

    Si te apetece pasa por mi blog.

    SALUD
    Enrique

    ResponderEliminar